Estamos en verano y toca hablar de vacaciones. O de huelgas, que viene a ser lo mismo.
Es una desfachatez tal la de estos personajes que sonroja. El enfado con su jefe lo descanrgan en el cliente. Bonita manera de reivindicar derechos.
Es curioso, pero si se fijan ustedes se darán cuenta de que hace mucho, pero que mucho tiempo que los únicos que se permiten hacer huelga en España son los alimentados por los impuestos.
Son, más o menos, esos que tienen un puesto de trabajo seguro, bien remunerado y sin riesgo de pasar al paro. Pero no están contentos. Quieren más. Y su modo de lograrlo es el chantaje.
Qué le vamos a hacer. Nos ha tocado vivir en la época del desmadre, y aunque no soy de la opinión que antes era mejor cuando las huelgas estaban prohibidas, sí que me parece que los sindicatos deberían de ser comedidos y olvidarse del sistema del salvaje. Por respeto, en primer lugar, hacia ellos.
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