Llevamos mucho tiempo hablando de Cataluña y los catalanes, tanto que comienza a ser una música cansina. Quiero decir que hablan mucho los no catalanes.
Y si digo que es cansino es porque entre algunas realidades se dicen muchas sandeces, aparte de que no cesan en sacar punta al lápiz.
Creo que todas las prohibiciones que se están llevando a cabo en aquella región y que en el resto de España tanto se critican, habrá que convenir que es una cuestión de ellos, de sus gobernantes que han sido elegidos por el pueblo.
Los políticos de aquella región llevan treinta años en esa dirección, y si el pueblo los vuelve a elegir, oiga, será porque desea mantener esa dirección, ¿no le parece? ¡Que los ciudadanos están engañados y manipulados! Es posible, pero es su decisión.
Lo único que nos queda a los observadores es lamentar que esos ciudadanos, con las prohibiciones no ganan nada, sino todo lo contrario, pierden mucho.
Por eso, lo que yo más lamento por ellos es que habiendo podido ser una región bilingüe, dominadora de dos idiomas, con la riqueza que ello aporta al individuo, dentro de pocos años habrán perdido uno de estos idiomas. Y no creo que eso se pueda definir haber ganado algo.
Si acaso se sentirán orgullosos de haber dominado al enemigo, el español, pero, ¿es eso una victoria con beneficios?
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