Los españoles, que durante una eternidad nos hemos definido como monógamos, actualmente ya no presumimos de tal, a decir verdad igual que en la mayoría de nuestras tradiciones, que hemos dado un giro de ciento ochenta grados. O sea, cambiamos de esposa con pasmosa facilidad.
Tal vez una de las pocas actividades en las que no hemos hecho cambio alguno es en los temas que tratamos diariamente, es decir, continuamos siendo monocromáticos en nuestros comentarios. Si la tomamos con el mundial, todos hablan de lo mismo, incluso hasta los que desconocen cuántos futbolistas juegan en un partido. Si la tomamos con los toros, nos olvidamos del paro, de la carestía de la vida, de los apaños entre gobierno y eta... Y como estamos en época de vacaciones, toca hablar de eso, de vacacinones.
La gente sale disparada deseando olvidarse de las calamidades de la rutina. Quiere evadirse de los pensamientos que le traen zozobra y huye, y deja aparcadas hasta el retorno la inseguridad de su puesto de trabajo y cómo podrá hacer frente a los gastos del colegio, de la hipoteca...
Son las vacaciones. Y toca hablar de eso, de las vacaciones. ¿Lo otro? ¡Qué aguafiestas es usted!
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