El presidente de EE.UU. ha propuesto, o al menos lo defiende, levantar una mezquita justo en el mismo lugar que ocupaban las desdichadas torres gemelas.
No sé, pero visto así deprisa y corriendo, esta noticia a mí me suena a burla hacia las víctimas que allí murieron, precisamente por un atentado en nombre de Alá.
Supongo que habrán motivos que a mí se me escapan, para que el presidente de un país que ha sufrido un atentado de tal envergadura tome una decisión así. Sin embargo, y aunque así fuera, creo que es una decisión torpe, insana y muy mal calculada.
Aunque, si reflexiono sobre el caso, por muy triste que me parezca, acabo reconociendo que esa es la tendencia de los gobiernos del mundo occidental en estos momentos. Y me pregunto qué es lo que pretenden con ello, porque ser condescendiente y amable con quien te quiere acuchillar, no es ser bueno, sino tonto.
No pretendo iniciar una guerra santa contra el islam, Dios me libre. Pero al menos, tampoco darle facilidades a los musulmanes para que nos vayan ganando batallas.
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