Oía decir a un vecino, mayor él, que hubo una época en que la gente añoraba la libertad de prensa. Estábamos convencidos - decía el hombre - que pudiendo leer las diferentes tendencias de los acontecimientos, nos podríamos formar un criterio real y no inducido de la verdad.
Pero ahora - seguía diciendo el hombre mayor - treinta años en democracia y no percibo que hayamos logrado aquello que añorábamos. De una parte, los medios nos manipulan, exagerando lo que les interesa y callando los temas con los que no comulgan. O lo que es peor, tergiversando la noticia.
He recapacitado bastante sobre sus comentarios y reconozco que la decepción que embargaba a este hombre cuando, en tono de lamento, hacía sus comentarios, tenía sus motivos.
Es cierto que los medios de comunicación, todos, están sujetos a intereses generalmente de tendencias políticas, o sea, económicas, bien porque las subvenciones son muy suculentas, bien por ideología o bien simplemente por mantener el enfrentamiento con los eternos enemigos.
El caso es que aquella época oscura de comunicación, dirigida y de pensamiento único, ha dejado paso a otra que continúa siendo dirigida, de pensamiento casi único, manipuladora, pero con la creencia de que disfrutamos de libertad de prensa.
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