Que en los españoles anida un arraigo religioso no cabe ninguna duda, y además, desde muy antiguo.
También es cierto que muchos de entre nosotros no se consideran creyentes, y que muchos de los que se reconocen creyentes acuden poco a los actos religiosos.
Todo eso es una realidad, y sin embargo, el sentir está ahí, que ni podemos ocultar ni podemos evadirnos de esa realidad. Son las enseñanzas que aprendimos en nuestra niñez, generación tras generación, y aunque al hacernos mayores, en un alarde de modernismo y de querer diferenciarnos del vecino, digamos que estamos muy en contra de esas enseñanzas, hay un sin fin de ocasiones que nos evidencian. La más cercana es la Virgen de Agosto, mañana, día quince.
Creo que no hay pueblo en la geografía española que no celebre esta festividad. Y todos aquellos que la vivieron de pequeños y después marcharon buscando dónde ganarse la vida, vuelven, y por nada del mundo quieren perderse la fiesta.
Muchos de ellos no acuden al culto dominical casi nunca, pero en su pueblo hasta participan en la procesión.
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