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jueves, 26 de agosto de 2010

ESPEJISMOS

Poco a poco agosto va tocando a su fin. Para muchos una esperanza de alejarnos del tórrido verano, y para muchos también, un próximo reencuentro amargo: la obligación.

Las vacaciones, que en principio sirven para relajarnos alejándonos precisamente de las obligaciones, nos confunden y nos hacen creer que ese ritmo de vida ociosa, alejado de la rutina y sin horarios que cumplir debería de ser lo habitual. Estoy seguro de que cualquiera firmaría, sin pensárselo dos veces, su predisposición a vivir para siempre sin depender de horarios ni deberes que cumplir.

Lo que no estoy tan seguro es si muchos de ellos estarían tan predispuestos a aceptar una vida sin esos deberes después de una reflexión detenida y profunda.

Porque, aparte de que el ocio es la madre de todos los vicios, la inactividad y falta de obligaciones es más cansino y agotador que el mismo trabajo. Sin olvidar la recompensa que éste nos ofrece una vez terminado, cosa que jamás nos podrá ofrecer el ocio, por maravilloso que nos parezca.

Son los espejismos de la vida que nos engañan con sus apariencias.

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