A juzgar por el número de ONGs que existen en España podríamos decir que somos un pueblo muy caritativo, si no el que más.
Eso sí, somos caritativos con todos aquellos que no conocemos. Nos esforzamos en recoger ropa, alimentos, dinero, sobre todo dinero, y si no es suficiente con la aportación voluntaria de las personas caritativas, para eso está el gobierno, para incrementar las sumas. Y todo lo que aportamos, curiosamente, al final no sabemos a quién va destinado. Y me pregunto, ¿acaso nos importa?
Se nos presentan escenas escalofriantes de cualquier zona del mundo - porque, ¿dónde no hay miseria? - que nos remueven la conciencia, y allá que corremos a aportar nuestra voluntad.
Pero, y que me perdonen los que lo vean diferente, para mí eso solo es un lavado de conciencia. Hemos cumplido con nuestra aportación, hemos cumplido con nuestra conciencia, y si te he visto no me acuerdo.
Y me cuestiono, ¿no será porque es más fácil dar un poco de lo que nos sobra y quedarnos tranquilos, que involucrarnos en cuerpo y alma en el problema? Porque, oiga, no es necesario ir muy lejos para ejercer la caridad. Sin ir más lejos, en la próxima esquina al lado de casa, seguro que encontramos la oportunidad de mostrar nuestros buenos sentimientos.
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