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lunes, 23 de agosto de 2010

CONOCER EL FUTURO

Acudir a videntes, pitonisas, carta astral, quiromancia, echadoras de cartas (por cierto, ¿por qué son siempre mujeres?) y demás especialistas del pasado y de lo por venir, siempre me pareció una pérdida de tiempo y de dinero. En una palabra: que nunca creí en ello.

Actualmente que conozco a algunas personas que se entretienen con esos juegos, soy más precabido a la hora de opinar. Y me consta que hay bastante engaño entre estos especialistas, cuyo objetivo es exclusivamente hacer caja. Pero también conozco a quien dedica muchas horas a investigar los misterios de lo intangible, con método y claves que no son misteriosas sino científicas, y son capaces de predecir acontecimientos, y también hechos del pasado, y encima no cobran.

Es lo que precisamente me condujo a dedicar más atención a esta actividad, el hecho de no percibir nada a cambio de la información.

Pero es la excepción. La realidad es que muchos de ellos son cantamañanas, que conocedores de la debilidad humana, ofrecen abrir las puertas del mañana al primer inocente que pasa por la calle.

Y esa es la cuestión, que pocos nos libramos de esa ansiedad que a veces llega a angustiarnos por conocer qué pasará conmigo mañana, siendo una contradicción cuando al mismo tiempo aceptamos como principio de gran sabiduría la importancia del momento actual, porque el pasado y el futuro no existen.

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