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lunes, 22 de marzo de 2010

VIDAS PARALELAS

Unos señores mayores, sentados alrededor de una mesa en un café de Madrid, hablaban sobre los temas más diversos. Las opiniones diferían, aunque la conversación nunca salía de tono, y sentado muy cerca, yo leía el periódido sin poner atención a sus discusiones, hasta que oí decir a uno de ellos un comentario que alertó mi curiosidad.

Se trataba sobre el cumpleaños de su majestad el rey don Juan Carlos, celebrado unos días antes, y este buen hombre resaltaba que también él cumplía los mismos años y en el mismo día. Creo que añadió que hasta coincidían en la la hora de haber venido al mundo.

De esto último no estoy muy seguro, porque fue a partir de ahí cuando puse atención a su comentario.

El tono que empleaba el hombre era de lamento, al menos me lo parecía, y aunque siempre guardando las formas, venía a decir algo así como qué vida la del monarca frente a la suya. Él había tenido que trabajar toda la vida, desde los doce años, para haber llegado a la vejez bastante molido, con unos pírricos ahorros y una pensión de risa, mientras que el rey había caminado sobre alfombra roja toda su vida, su fortuna era cuantiosa y había tenido ocasión de aprender diversos deportes...

No lo mencionó el hombre, pero el tono triste que empleaba dejaba bien a las claras su opinión de que en la sociedad continua habiendo diferencias injustificables. Por mucho que, a la trágala, se empeñen en hacernos creer que vivimos en un mundo ejemplar.

Esa fue la impresión que me quedó, aunque tal vez el hombre, después de tantos años tenía asumida su situación.

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