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viernes, 19 de marzo de 2010

LA JUSTICIA

Decía mi amigo que ya estaría bien que alguien se atreviera a quitarle la venda de los ojos a la señora Justicia, a ver si de una vez por todas era capaz de ver lo que se hace en su nombre.

Estuvo muy bien aquella idea de taparle los ojos a la señora Justicia. Era un modo de demostrar que ante Ella todos éramos iguales y que nadie podía esperar un guiño de ojo de su parte.

Pero por lo visto aquel afortunado de tan loable pensamiento no tuvo en cuenta la debilidad del hombre, porque de haber sido así, ni en sueños se le hubiera ocurrido privar a esta Señora de la agudeza visual.

Porque los pillos, que nunca descansan, atentos siempre a ver por donde se descuelga alguna que otra ventajilla adicional a los cauces naturales, cuando se percataron de que sus actos no podían ser detectados por la secuestrada Justicia, sin remordimiento alguno de conciencia se lanzaron en tromba a favorecer sus apetencias, las propias primero, y acto seguido las de sus amiguetes, siempre dispuestos éstos, como buenos amigos, a compensar sus buenas acciones.

Y para que no se diga que todo son arreglos entre familia, de vez en cuando el brazo de la Justicia cae con toda su fuerza sobre el desalmado ese que, pobre él, sin tener a donde cogerse no está en condiciones de corresponder a favores mayores.

Para que no digan que la Justicia es ciega.

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