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viernes, 5 de marzo de 2010

SUBVENCIÓN

El tema de la subvención es muy sugerente para abrir una tertulia. Tiene la garantía que los actores no se van a aburrir. Ni el público tampoco. Aunque, lamentablemente, también podemos añadir que suele convertirse en un diálogo de sordos.

Los hay que defienden el principio que sin subvenciones habría gremios, entidades o individuos que, rezagados en esta loca carrera de competencia en la que vivimos, no tendrían salida posible y estarían condenados a morir en el intento. Discutible razonamiento.

Por otra parte, los hay que sin tapujos de ninguna clase aseguran que subvención es igual a corrupción. Posición que también se podría discutir.

Creo, no obstante, que una ayuda para arrancar la máquina a nadie le viene mal. Lo mismo que creo que si esa ayuda se hace crónica embrutece al beneficiado, éste se acomoda y abandona el afán de superarse por el esfuerzo.

A partir de ese momento se crea un derecho, y con el sustento asegurado es más fácil que desaparezca la inventiva y la genialidad. Y lo peor de todo, pierde esa maravillosa sensación de haber creado algo con sus propios medios.


Mi amigo me apunta que ese tema de la subvención es una discusión vana porque el individuo que es genial, verdaderamente genial, no necesita de subvención alguna.


No sé. Lo pensaré, pero tal vez tenga razón mi amigo.

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