Y eso todos los días de la semana, porque como cada día hay un sorteo, los aficionados tientan a la diosa Fortuna a ver si les echa un ojo, cargándose con un montón de papeletas.
Los hay que compran papeletas para todos los sorteos, la lotería nacional, la primitiva, el gordo, las quinielas, carreras de caballos, la otra primitiva... "tres para el viernes y dos para el domingo" se oye decir. Y así uno detrás de otro. Una pasta se ha dejado la gente cuando sale del chiringuito.
Eso en lo que respecta a las ofertas del Estado, porque después tenemos los conocidos numeritos de los ciegos. La ONCE, que se ha instalado en nuestro país con las raíces bien profundas. Y no me olvido de las maquinitas que se encuentran en todos los bares, cafeterías y tascas, así como de los Bingos y Casinos, que tampoco son moco de pavo.
Y yo me pregunto. ¿Jugar con tanta fruición es fruto de la pasión, que la gente sueña con el gran golpe, o es porque le apremia la necesidad?
¿O tal vez sea que se confía poco en el trabajo y el único modo de salir del agujero es si nos sale el gordo?
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