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viernes, 14 de mayo de 2010

CRISIS

Ayer me crucé en la escalera con un vecino, mayor él, con quien hasta entonces apenas había cruzado más palabras que los buenos días.

Desde lejos noté que estaba más que indignado, y rompiendo la prudencia que le había mantenido tanto tiempo distanciado, el hombre me paró y durante casi media hora me convertí en el muro de sus lamentaciones.

Y cuanto más hablaba, más acalorado se ponía. Y es que al igual que el resto de los españoles, impotentes ante los acontecimientos que últimamente tanto nos agobian, y que no pronostican un futuro sosegado sino bastante revuelto y muy inseguro en cuanto a nuestra economía, el hombre había tenido noticia de la congelación de las pensiones, y eso le parecía una canallada... y muchas más cosas, todavía mucho peores.

El hombre se deshacía repitiendo una y otra vez que cómo podrían vivir él y su mujer en el futuro con menos de ochocientos euros mensuales, cuando en el presente ya les era bastante difícil llegar a fin de mes con esos ingresos, mientras los recibos de teléfono, gas, electrididad suben cada año más de un diez por ciento. "¡Y no digamos la compra diaria!"

Yo, que acababa de dejar a mi primo, funcionario de la sanidad, con ingresos netos de más de dos mil euros mensuales, y todavía me sonaban en los oídos sus quejas y lamentaciones, me pregunté si el gobierno tiene en cuenta el drama que sus decisiones ocasionan en cada uno de los ciudadanos.

Y continuo con la duda porque el tren de vida de los políticos no cambia por mucha crisis que penda sobre todos nosotros, y los gastos que originan tampoco merman un ápice, por lo que siguen, hoy como siempre, alejados del pueblo.

¿Llegará un día que también el pueblo viva de espaldas a los políticos?

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