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jueves, 27 de mayo de 2010

EL EJEMPLO

No es que se hable mucho de ello, pero de vez en cuando, de pronto uno lee un artículo que nos pone en la picota tildándonos de perezosos.

Yo no creo que se nos pueda catalogar como un pueblo de vagos, o no más que otros, porque en aquellos años de emigración la mano de obra española era muy apreciada en todos los paises de Europa, precisamente por su disposición a cumplir y dejar buena imagen.

Entonces, si era así, ¿por qué tenemos esa opinión de nosotros mismos? Creo que hay varias respuestas a esta pregunta. Una, y es la que más he escuchado siempre de los mismos emigrantes, era el ejemplo que veían en sus jefes, siempre al pie del cañón como el primero y sin buscar excusas para escaquearse.

Junto, cogido de la mano venía este otro pequeño detalle, a saber, que los trabajadores se sentían reconocidos, porque a los jefes no les dolía prendas ensalzar un buen trabajo.

Tal vez todo sea cuestión de mimetismo, porque ya lo decía el famoso Keller hace más de trescientos años: el ejemplo es contagioso.

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