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viernes, 21 de mayo de 2010

EL OFICIO DE CRITICAR

Los españoles tendemos a criticar con suma ligereza todo lo que se interpone en nuestro camino. Y además, con un tono de agravio. Y yo no sé si empleamos ese tono desabrido porque no estamos dispuestos a aportar una sola solución o simplemente porque ni la tenemos, ni queremos tenerla ni nos importa una haba la cuestión en sí, ni la solución.

Pero criticamos, ese es el oficio que mejor cumplimos. Y lo hacemos todos, desde los que nos movemos por la base de la estructura piramidal de la sociedad, hasta la cabeza visible que se asienta en la cúspide.

Y cada día lo podemos observar cuando la gente se reúne en el bar, o en la tienda, o en el trabajo, o en una reunión de la comunidad de vecinos. Y lo hace hasta el propio gobierno, que muchas veces uno no sabe si el gobierno es el gobierno o es la oposición, porque tanto uno como el otro se critican con la misma ferocidad y sin aparentes diferencias. Cosa bastante incomprensible, al menos para mí, pero, qué le vamos a hacer. Somos así.

Claro que, ¿por qué el gobierno debería ser diferente si emana del mismo pueblo?

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