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jueves, 1 de julio de 2010

DEMÓCRATAS

Llevamos unos cuantos años hablando de nuestra democracia. Y tanto hablamos que la mayoría lleva convencida de que ya somos demócratas esos mismos años.

Y es que el hombre lleva dormido en sus sentimientos el dios del dictador, y en sociedades menos cultas, o más permisivas, o más corruptas, ese dios está a flor de piel y salta por cualquier simpleza.

Los españoles, más extremistas que otros, ese dios lo llevamos escrito en la cara, agraviados siempre, quejosos de lo que nos rodea, insatisfechos con nuestra suerte (o tal vez solo porque creemos que al vecino le va mejor) y a las primeras de cambio, allá va, y el comportamiento pasa a ser el de un cafre.

Nos sulfuramos cuando alguien discrepa de nuestro criterio, y buena muestra de ello la tenemos en esos trabajadores que no trabajan, pero que cobran, incapaces de aceptar que algunos compañeros no estén de acuerdo con la decisión de hacer huelga y les persigan, les amenacen, les injurien y hasta les aporreen.

Cierto que estos cafres no conocen el sentido de la tolerancia, como tampoco conocen el de la democracia... aunque, eso sí, le discutirán a usted que son más demócratas que el primero. Oiga, y además, convencidos.

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