Como el gobierno tiene necesidad de nivelar su balanza de pagos, para conseguirlo la ha tomado con los más débiles, medida que al parecer no es suficiente. Por eso las nuevas medidas son esquilmar, no a los que más ganan, que esos saben nadar y guardar la ropa, sino a los que por su trabajo más ingresan.
La excusa de tales medidas es el consabido principio de equidad, que si fuera cierto sería justo. Pero no es así, porque hasta ahora no se habla de abolir esos gastos astronómicos y a la vez superfluos que genera la propia administración. "Justicia, pero no por mi casa" - decían antes.
Con esas medidas lo que se consigue es restar estímulo al emprendedor, que encima es tachado de explotador, expresión que ahora se oye menos en la calle, pero que todavía continua en la mente de muchos.
Los que tuvimos ocasión de viajar por los países del Este antes de la caida del famoso muro, pudimos comprobar a lo que conduce esa falta de estímulo. Al principio la lenta desaparición de iniciativa del individuo, y posteriormente a que todo gire alrededor del gobierno, mientras la población se va empobreciendo.
Una prueba para los incrédulos: lo que se decubrió tras el muro. Y lo que comprobamos, todavía hoy, en esos paraisos donde todo lo que se hace es por el bien del pueblo.
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