Buscar este blog

domingo, 25 de abril de 2010

ODIO LATENTE

Desde hace algún tiempo conozco a una persona con quien más allá del saludo diario y de vez en cuando cortas conversaciones, no nos une nada más, y por una de esas casualidades que nos depara la vida a veces, he tenido ocasión de conocer su talante y quiero manifestar que me ha decepcionado profundamente.

Cierto que no le recrimino por mi decepción, que eso es cuestión mía, cuyo error por mi parte no es otro que haberme imaginado que era una persona prudente, educada y nada rencorosa. Al menos es lo que me parecía, pero ya ves, ¡lo que nos pueden confundir las apariencias!

Coincidimos en una sala cultural del barrio que anunciaba una charla sobre la guerra de nuestra infancia, algo muy en boga actualmente.

Los dos procedemos del bando perdedor, y por deducciones yo me había imaginado que los dos teníamos superada la tragedia. Algo que pasó, y que no podemos cambiar.

Pero cuando tras la charla llegó el momento de ruegos y preguntas, al tal conocido le faltó el tiempo para pedir la palabra y con exabruptos y de muy mala manera se puso a despotricar y, desmelenado y fuera de sí, no dejó de acusar a los, según él, los contrarios...

Me dio lástima pensar que este hombre había arrastrado consigo el odio durante setenta años, o sea, toda su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario