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viernes, 26 de febrero de 2010

AL DIA

El supremo Gaddaffy en nombre de Libya ha declarado la guerra santa a Suiza por haberse negado ésta a la construcción de más minaretes.

Ya sabemos lo que significa la guerra santa en boca de un islamista. El estadista no irá personalmente a incordiar ni amedrentar a los suizos, sino que ha dado la consigna para que otros, los que esperan entrar pronto en ese paraíso plagado de huríes, lo lleven a cabo por él.

De todos modos, algo me chirría en los oídos, y es que esto de guerra santa me trae a la memoria épocas medievales, cuando los cristianos ganaban sus méritos marchando hacia Jerusalém.

¡Con lo que ha llovido desde entonces!

Ahora bien, ahí tenemos a Suiza, una nación con menos población que algunas regiones españolas, aguantando el tipo sin amedrentarse.

Otra nación europea de similares dimensiones que Suiza, como es Dinamarca, también se encuentra en el punto de mira de esos que aún continuan en la edad media.

Y el resto de europeos alimentando a la bestia, ora subvencionando proyectos humanitarios (militares en ocasiones), ora acogiendo más población musulmana de la que Europa puede digerir.

Con una simple regla de tres podemos saber exactamente el día que serán más los musulmanes en Europa que los propios europeos. O sea, si hace treinta años apenas se les conocía y hoy son más de 55 millones...

Esta vez la invasión no se limitará a Al Andalus... y los políticos como si lloviera.

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