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jueves, 4 de febrero de 2010

AL DIA

Tras la transición se habló mucho y muy mal del sindicato vertical de la época anterior, pero ¿qué podríamos decir hoy del actual? - Anótese que no es un desliz si digo del actual, en singular, es que creo que solo hay uno, aunque con diferentes nombres, supongo que para dar cabida a más gente.

En el fondo creo sinceramente que hace falta una cabeza visible para representar a los empleados ante el empleador. En teoría esa debería de ser la función de un sindicato, supongo, aunque la realidad nos enseña que son los que viven del empleador, y encima sin dar un palo al agua, al tiempo que, por si fuera poco, son los aguafiestas de los empleados. Recuérdese, si no, las últimas vacaciones.

Será por aquello de hacerse notar, y como por lo visto tienen poco satisfactorio que mostrar... las amenazas es un buen medio para conseguirlo.

Una muestra de ello es que ahora, pricipios de febrero, ya están calentando motores para la Semana Santa, después será para el puente de mayo, e inmediatamente después la emprenderán con las vacaciones de verano. Y entre medias, los autobuses, el metro, el tren, los hospitales...

¡Ah, los hospitales! Leo en el periódico que hay denuncias abiertas de boicots en algunos hospitales de Madrid, con roturas de material quirúrjico muy valioso y muy caro, entre otras muchas lindezas similares.

Mi amigo Juan, psicólogo él, me dice que el comportamiento un tanto vandálico de estos personajes es fruto de su descontento, de su insatisfacción con su propio estado de ánimos, porque solamente quien se siente frustrado es capaz de hacer mal y comportarse como un estúpido, o sea, sin conseguir beneficio.

Será así, pero maldita la gracia que tenga que desistir yo de ir a Canarias en Semana Santa, solo porque los controladores están deprimidos.

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