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domingo, 14 de febrero de 2010

AL DIA

La decadencia de nuestra sociedad parece que no tiene remedio. Basta escuchar las noticias de cualquier emisora de radio, o leer cualquier periódico, o simplemente sentarse a ver un telediario para ver confirmada esa impresión y salir corriendo gritando: "Vamos directos al precipicio".

Es cierto que tenemos a la orden del día accidentes, actos de terrorismo, crímenes pasionales, fenómenos naturales espeluznantes, catástrofes apocalípticas, que diariamente se llevan por delante la vida de muchos seres humanos, y eso nos hace vivir en constante ansiedad y sensación de inseguridad.

Pero, ¿acaso es eso una novedad? ¿Cuándo ha estado el mundo libre de tales sucesos? Jamás. Recordemos, si no, a Caín y Abel. Y desde entonces, las épocas se han sucedido, unas más sosegadas y otras más agitadas, pero el mal nunca se ha tomado un descanso.

La realidad es que hoy somos muchos más y, además, las noticias vuelan, en el estricto sentido de la palabra, y ese es, sin lugar a dudas, uno de los motivos de alarma.

Naturalmente, sería pernicioso entender que como ha sido siempre así no debemos preocuparnos, pero quizá no tanto como vivir aterrados sin mirar las partes buenas de la vida, que no son pocas.

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