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jueves, 11 de febrero de 2010

AL DIA

Después de tantos años escuchando los nombres de Bruselas, Unión Europea, fondos europeos, eurodiputados... ya nadie puede excusarse, por alejado que se sienta de la política, diciendo que no sabe que España forma parte de ese conjunto de naciones de la antigua Europa.

Pero, ¿quiere eso decir que sabemos a dónde nos lleva esta Unión? ¿O para qué sirve? ¿Y si nos beneficia a los ciudadanos europeos?

Sí es cierto que cuando viajamos por el continente ya no necesitamos pasaporte, ni visado. Y de forma más restringida, lo hacemos sin necesidad de cambiar la moneda. Pero, eso es todo. Al menos a nivel de ciudadano de a pie. ¿Y para tan escaso beneficio hace falta ese monstruo llamado parlamento europeo que nos cuesta un ojo y medio de la cara a cada uno de los europeos?

Suponemos que los parlamentrios algo hacen cuando se reunen, además de reunirse, pero como cada país es soberano, lo que allí se dice, queda tan lejos que los ecos no llegan a todos los rincones de Europa.

Creo que llevamos tantos años con esto que ya es hora de que el parlamento europeo asuma la importancia que le corresponde y sea allí donde se cocine el rumbo de nuestro futuro, y que desaparezcan los gobiernos nacionales, o se limiten a asuntos locales, sin contradecir ni entorpecer las directrices que emanen de Bruselas, porque mientras no lleguemos a eso, seguiremos mareando la perdiz, manteniendo una burocracia insostenible y abriendo la brecha, cada vez más profunda entre la casta política y los que la mantenemos, ellos endiosados y nosotros cada vez más pobres y más vasayos.

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