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miércoles, 29 de junio de 2011

LA JUSTICIA ¿LA JUSTICIA?

Que la justicia en España no es igual para todos es algo conocido. Isaac, hombre octogenario, siendo pequeño ya lo oía decir a los mayores. O sea, que la cosa viene de lejos.

Fue siempre así en este país de cainitas. No somos racistas, gritaban todos en épocas todavía recientes. Tal vez entonces todavía no teníamos ocasión de pecar, lo que no tardó en demostrarse que sí lo éramos. Pese a que casi todos siguen negándolo.

Pero éramos clasistas. ¡Ah! eso es otra cosa – se defienden. Y también lo niegan. Y los hechos les delatan.

Lo de las clases lo llevamos en los genes. Y bien que lo mostramos con nuestros gestos y actitudes. Aunque nadie lo acepte y todos lo nieguen.

No hace falta ser un gran observador para darse cuenta de ello. Lo vemos a diario en el metro, en la panadería, en el banco, en el ascensor… es una constante en nosotros que de tanto practicarla hemos llegado a aceptarla como algo propio y natural. Es nuestra idiosincrasia. Por eso no nos damos cuenta.

Por lo tanto no nos alarmemos si los que se mueven en los círculos de la ley miran al resto de los mortales con indiferencia, cuando no con menosprecio. Claro que también nosotros los miramos a ellos con ese mismo desprecio.

Y lo mismo sucede con los políticos, y con…

Sí; no hay gremio que se salve. Hemos logrado invertir las posiciones y nos hemos adaptado perfectamente al medio. Isaac lo explica así: el ahorrador lleva el dinero al banquero para que éste se lo guarde, y sabe que con su dinero el banquero hará grandes negocios a cambio de una pírrica compensación para el ahorrador. ¿Y cómo trata el banquero al ahorrador, a pesar de que gracias a éste puede hacer grandes negocios? A patadas.

Igual sucede con los proveedores, tanto del gas, teléfono, electricidad. Como se han invertido los términos, se olvidan que gracias a los recibos que religiosamente abona el consumidor, esas compañías subsisten. ¿Y cómo son tratados los consumidores? Con desprecio.

Y cuando el maltratado acude a la justicia, entonces es cuando se percata de que la justicia no es igual para todos.

¡Ay, qué bien para los que tienen padrinos!

Siempre hubo clases, se decía y se sigue diciendo, y si no, recuerde usted la maldición: en juicios te veas aunque los ganes. Unas clases lo sufren. Otras no.

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