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jueves, 9 de junio de 2011

NOVEDADES ANTIGUAS

Alfredo era un hombre mayor, aunque no tanto como recordar la España de posguerra. Sus recuerdos se entremezclaban con los comentarios que tanto escuchó durante su juventud, y con el correr de los años le resultaba difícil distinguir sus propias experiencias de aquellos tristes comentarios.

Los años transcurridos venían a confundir aún más sus memorias, y lo que quedaba en su mente era una visión global de la época. Ingrata, desde luego. Los hechos se movían como a cámara lenta, entre brumas, siempre rodeados de paisajes oscuros. El sol apenas brillaba en sus recuerdos de los años cuarenta y primeros cincuenta.

Las imágenes que bailaban en su mente cuando ésta se remontaba a aquella época eran descorazonadoras. En su casa solamente se escuchaban críticas a los vencedores y lamentos por cómo perdieron la guerra. El desorden general y los abusos de los insensatos, egoístas y poco solidarios casi todos ellos, que cegados por querer ser más que el de al lado no veían que eso no eran maneras para ganar la contienda, sino para perderla.

Por eso, siempre opuestos al régimen autoritario, sus familiares lamentaban profundamente ese comportamiento tan cerril, aprovechado, comodón y sinvergüenza, aunque también humano, de la mayoría de la gente que les tocó en suerte como compañeros de campaña.

Los años fueron transcurriendo y Alfredo se situó en la vida, quedando cada vez más alejados aquellos recuerdos, hasta que llegó un iluminado que creyendo que la historia se puede reescribir, comenzó a desempolvar aquello que ya comenzaba a quedar sepultado por varios mantos de olvido.

Los marrulleros que, al igual que los buitres, siempre están al acecho de sacar provecho de los desperdicios, se arrimaron a esa carroña que les llegaba como agua de mayo, y viendo el festín tan suculento que se les presentaba para los próximos tiempos, sin pensárselo dos veces se apresuraron a servirse de él.

Las relaciones entre los hasta ahora bien avenidos pobladores se deterioraron rápidamente, y Alfredo veía los desmanes de estos tramposos, la falta de solidaridad que mostraban, el desorden, el egoísmo, las exigencias…

En su mente se removieron los recuerdos, y aquellas figuras que se movían lentamente entre nieblas, olvidadas durante tantos años, volvían a primeros planos con toda la amargura de sus años de juventud.

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