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sábado, 4 de junio de 2011

EL REGRESO

Año y medio alejado del ambiente local y ya no eres el mismo.

Juanjo tuvo ocasión de encontrar un trabajo fuera de España para seis meses; un quehacer que se alargó en el tiempo hasta convertirse en dieciocho meses. Se habituó rápidamente al lugar y se alegró por ello. Se encontraba a gusto, aunque no supo muy bien el motivo de esa alegría hasta que regresó.

Dos días de nuevo en casa y enseguida cayó en la cuenta que su alegría tocaba a su fin. Sentarse a la televisión; abrir un periódico; escuchar la radio; incluso muchas de las conversaciones que oía por la calle, todo se limitaba a un solo tema. Machaconamente; sacándole punta sin cesar; rizando el rizo.

Se imaginó a la pobre mula dando vueltas a la noria con el único, pero práctico fin de elevar el agua a niveles superiores. Mientras que las muchas, muchísimas mentes que diariamente analizan las palabras que ha pronunciado Juan o Juanito es una pérdida de tiempo pavorosa.

Diez para la mula. Cero para los analistas.

A Juanjo le dieron ganas de salir corriendo de nuevo al lugar de donde venía.

No lo hizo, claro, principalmente porque quiso darse una tregua en la confianza que pronto cambiaría su opinión.

Y cómo que cambió. A peor.

Llegó a una conclusión: hay una tendencia a criticarlo todo, y muy poca actividad en cuanto a poner soluciones. Esas reuniones que llaman tertulias en las que descaradamente los presentes muestran su mala educación quitando la palabra constantemente al vecino, así como los ofensivos términos que sueltan continuamente, sirven para potenciar la excitación de sus seguidores, y nada para convencer a los que opinan distinto, repitiendo hasta el hastío las mismas expresiones.

Cuando se viene de fuera llama mucho la atención ese proceder ineficaz. Se habla mucho insulsamente. Se denuncian comportamientos dignos de cárcel que enfurecen al lector o al oyente, y con la sensación de que ya han cumplido, se dan la vuelta y si te he visto no me acuerdo.

Juanjo decidió regresar a ese lugar donde la gente tiene el sentido práctico más desplegado, que piensa más en el futuro y que no se entretiene dando vueltas a la noria cuando el aljibe no contiene agua.

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