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domingo, 26 de junio de 2011

LA ACTUALIDAD

Hoy mismo leo en la prensa: “Es difícil creer que el gobierno, anclado en su visión medieval de los acontecimientos, pueda avanzar en las reformas emprendidas.”

Me adhiero enseguida a la afirmación. Son unas medidas las que ha tomado el gobierno que también yo dudo que vaya a solucionar nada con ellas. Pero, ¡oh sorpresa! Miro el título y la máxima se está refiriendo al gobierno de Marruecos.

No obstante, no me descabalgo y sigo opinando lo mismo… del nuestro.

También hoy, al hojear la prensa me ha llamado la atención que la dirección del CF Barcelona necesita vender para poder comprar nuevos jugadores. Y me asusto de la sensación que recibe mi estómago cuando pienso a dónde hemos llegado con los famosos, que se venden y se compran como vulgares zapatillas fabricadas en China.

No menos alarmante me parece las dos noticias que aparecen juntitas, una al lado de la otra – hay que reconocer que el periódico no puede dejar espacios libres, hasta ahí llego. Pero se me ocurre que, para no alarmar la sensibilidad del lector, las podían haber puesto en páginas diferentes. Una dice que el Real Madrid está dispuesto a pagar por uno de esos famosos la descomunal suma de 78 millones. De euros, claro. La otra nos advierte de que ya son más de 2 millones de españoles que no llegan a fin de mes y que más de la mitad de ellos pasan hambre.

Sigo leyendo y unos espacios más abajo observo que las medidas que tomó el gobierno hace cuatro días escasos – y que nos costó un ojo de la cara ejecutarlas – a partir de pasado mañana dejarán de tener valor y entrará en vigor el sistema anterior.

Me temo que el coste de esta nueva medida nos costará el otro ojo de la cara.

Con los dos ojos estropeados y el bolsillo agujereado ya poco nos puede importar que los gobiernos regionales, esos que hace tiempo se subieron a la parra, hagan caso omiso a las leyes nacionales, se monten las suyas propias, favorezcan a los de su cuerda y machaquen a los de la otra, nos insulten, nos saqueen y encima exijan que les aplaudamos.

Y nos quieren hacer creer que vivimos en una democracia. Y además, floreciente.

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