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viernes, 15 de octubre de 2010

LA ENVIDIA

Muchos dicen que los españoles nacemos con ella dentro, o que es nuestro deporte predilecto, y aunque pueda parecer cierto, creo más bien que es un pecado capital inherente al ser humano, en general. Me refiero a la envidia.
Algunos, benévolos ellos, a veces disfrazan la expresión y hablan de envidia sana. Me parece que eso es querer justificar el pecado.
Sin embargo, consciente del pecado, reconozco que hay momentos en que siento verdadera envidia.
Nosotros, los españoles la despertamos un día en todo el mundo, cuando la transición. Pero de eso, lamentablemente, hace ya muchos años. Hoy la despiertan otros, los chilenos con su presidente a la cabeza. ¡Cuánto nos gustaría tener un presidente con esas cualidades!
Y también hay otros motivos para sentir envidia, yo por lo menos la siento cuando abro un periódico, o veo algún programa de televisión extranjero y lo que me encuentro son comentarios sobre personajes populares que se han ganado la fama por méritos culturales, por ejemplo, y no por exhibir su cuerpo, o por lanzar a los cuatro vientos sus desafectos personales o aún peores lindezas.
Creo que son motivos para sentir envidia, por muy capital que sea el pecado.

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