A pesar de las deficiencias que ofrece nuestro sistema democrático hay quien dice que es el sistema menos malo. Y tendrá razón, pero eso no nos alivia de las injusticias.
Y para justificar el sistema, hay quien añade que las deficiencias son fruto del hombre y su egoísmo, pero que el sistema, bien llevado, es bueno.
¡Toma! Claro que son las malas artes del hombre lo que hace malo al sistema. Por eso los mecanismos de la democracia deberían de funcionar de forma correcta, como están establecidos, sin privilegios para nadie, que son la causa de las deficiencias.
Porque si lo miramos sin pasiones, reconoceremos que todas las doctrinas son perfectas, bien llevadas se entiende, e igual podríamos vivir como en el paraiso en un régimen cristiano como en uno comunista, incluso en uno de tendencia anarquista.
Es el hombre quien embrutece la convivencia en su afán, no de vivir bien, sino de vivir mejor que el vecino, y débil como es su naturaleza, se deja arrastrar facilmente ante la tentación. Eso que ahora llamamos corrupción.
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