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martes, 7 de septiembre de 2010

AUSTERIDAD

Vuelve a sonar la palabra austeridad en los medios. O tal vez no ha dejado de sonar nunca, no lo sé. Lo cierto es que sería mejor, en vez de hablar tanto, ponerla en práctica.

Porque, ¿de qué sirve que se mencione tanto, si todo el fuelle se agota con la mención? Por bien que queden las palabras, si después no se pasa a la acción es como querer engordar mirando cómo comen los demás.

Es sabido que somos una sociedad de palabras, de hablar mucho quiero decir; de proyectos; de ilusionarnos en el fragor de la conversación. Y lo mismo que nos encendemos, nos apagamos. Y eso se refleja en un sin fin de ejemplos, y el que con más fuerza sobresale, sin lugar a dudas, son los políticos, que con el tiempo han convertido los discursos en un arte digno de admirar, porque hablan mucho sin decir gran cosa.

En cuanto a la austeridad, son precisamente ellos los que más la mencionan, y también los que menos la practican. Y como al pueblo nunca se le enseñó que el dinero que gasta el gobierno sale de sus bolsillos, todavía hoy siguen creyendo que un gobierno es más generoso cuanto más gasta.

Pero la virtud se descompone cuando los actos son lo contrario de las palabras.

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