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sábado, 30 de enero de 2010

AL DIA

En principio, a mí no me incomoda ver a las ministras luciendo sus modelitos cada vez que aparecen para la fotografía, que, según se hacen pagar las firmas creadoras, supongo costarán un ojo de la cara.

Pero, allá ellas si se lo pueden costear.

Sin embargo, el "pero" aparece cuando se cae en la cuenta de que estos personajes, puesto que ostentan cargos públicos, están en el punto de mira de la opinión ídem, y cada uno de sus actos, opiniones, viajes, comidas, y hasta cómo visten, se analizan con lupa. Con todo derecho, claro.

Por eso, en los tiempos que corren, con tantas familias pasándolo mal, unas por estar en el paro, otras porque temen que les toque pasar por el inem en cualquier momento, es aquí cuando el "pero" toma importancia.

Y no se trata de si estos personajes tienen derecho a vestir como les venga en gana o no, sino más bien se trata de una cuestión moral, como por ejemplo, un mínimo de respeto a los que tal vez tienen que vestirse con ropas usadas.

O sea, no estaría de más un poco de moderación y humildad en sus apariciones públicas, actitud que el ciudadano apreciaría y valoraría, y probablemente hasta les podría reportar algún que otro voto...

Me temo, no obstante, que esté pidiendo peras al olmo. La vanidad nos supera. Aparte de que cuando a uno le va bien, ¿quién se acuerda de los que lo están pasando mal?

Tampoco los miembros del gobierno.

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