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sábado, 13 de octubre de 2012

DEFRAUDAR por Salvador Moret


-          Leer el periódico asusta – decía Javier – cada día surgen nuevas y alarmantes sorpresas. Parece increíble que haya tipos tan sinvergüenzas, dando pelotazos continuamente y llevándose el dinero a espuertas.
-          Eso es cierto – convino Daniel – pero yo me abstengo de criticarlo, porque el que más y el que menos, todos robamos donde podemos.
-          ¡Pero, qué cosas dices, Dani! Yo no me considero un ladrón.
-          ¿Y crees tú que los que se llevan esos pelotazos que publican los periódicos se consideran ladrones? Claro que no. Ellos, que se consideran inocentes lo mismo que tú, dicen que son gajes del oficio.
-          ¡Oye, que yo no me considero inocente, yo soy inocente!
-          Eso es lo que tú dices, y probablemente lo creas, pero no es así.
-          ¡Cómo que no! El sueldo que entra en mi casa es exclusivamente fruto de mi trabajo, y yo no voy por ahí dando pelotazos de millones y millones. No hagas comparaciones que no se sostienen.
-          La comparación es metafórica. Como bien dices, tú no das pelotazos de millones, pero, ¿crees que no los darías si tuvieras oportunidad?
-          No lo sé – respondió Javier dejando entrever alguna duda – pero creo que no. Yo no aspiro a hacerme rico en cuatro días saqueando las arcas del estado, como hacen todos esos que hacen de políticos.
-          Tal vez porque careces de la ambición de ellos, y por eso serás toda la vida un segundón.
-          Como tú.
-          Ciertamente, como yo. Porque hasta para ser malvado hay que ser muy bueno haciendo el mal.
-          Me estás mareando, Dani. Y creo que tú ya lo estás, porque eso que dices no se sostiene.
-          Lo que quiero decir es que hace falta mucho valor, o mucha cara dura, como prefieras, para dar pelotazos de esa envergadura. Y no todos tenemos esa madera.
-          Pues, eso.
-          Sí, pero, como somos segundones, nos conformamos con pequeñeces que no nos sacan de pobres, pero que en el fondo es el mismo acto indecente.
-          Desbarras otra vez.
-          No lo creo. Piensa un poco. ¿Qué te parece a ti eso de preguntarle al cliente: lo quiere con IVA o sin IVA?
-          ¡Hombre, eso es normal! No querrás que pierda un cliente por una tontería como esa, ¿no? Además, las más veces es el mismo cliente quien lo pide, ya lo sabes, y hasta amenaza con irse a la competencia si le cobro el IVA. Además, ¿por qué me lo reprochas? Tú haces lo mismo con tus clientes, ¿o acaso no es cierto?
-          Sí, es cierto. Y como soy consciente de que es un proceder insano, me callo y no critico a los que hacen lo mismo. Aunque sea a mayor escala.
-          Sigo creyendo que desvarías.

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