Parece mentira. A estas alturas,
los españoles continuamos enfrentados, tan enfrentados como siempre, si no más.
Rojos y azules; derechas e izquierdas. ¡Pero qué tonterías!
El enemigo no es el de enfrente,
sino el de arriba.
¿Se pregunta la gente quién se
beneficia de ese constante enfrentamiento? No; seguro que no, porque si se lo
preguntara, hace tiempo que habría descubierto ese truco de prestidigitación
que nos tiene embaucados a todos.
¿Se habrá preguntado alguna vez
ese empleado de fábrica por qué él se da por contento si su hijo es admitido en
la misma fábrica, condenado a una salario de pobre de por vida, cuando el hijo
del político puede seguir la estela del padre que le permitirá en el futuro
puestos bien remunerados, decidir sobre los demás y con posibilidades de
incrementar sus ingresos gracias a sus contactos y a sus privilegios?
Es la casta que se ha blindado allá
arriba en su feudo. Y mientras, la plebe se enfrenta, discute y se agrede
precisamente por ellos, los inviolables, que sin tener en cuenta a los de
abajo, siguen viviendo a cuerpo de rey con los saqueos que recaudan de esa misma
plebe que se deja la piel por ellos.
Parece increíble, pero es así.
Seguimos sacando la cara y defendiendo unos símbolos que no significan nada, y
que pocos creen en ellos, y menos que nadie los mismos políticos. Derechas,
izquierdas. ¡Pero, qué tonterías!
¿Llagará el día que despierte la
plebe de este dulce sueño? No lleva muchas trazas de hacerlo, entre otras cosas
porque el empeño de los que sacan la mejor tajada para que no despierte es
enorme, y seguirán esforzándose con el mayor ahínco para que no despierte jamás.
Va en ello su supervivencia.
Hasta ahora, esas castas privilegiadas de círculos cerrados, han conseguido
convertir en clanes familiares a sus feudos políticos, y tanto en el gobierno
como en la oposición, todos ellos se permiten disparar alegremente con pólvora
del pueblo, que sumiso se limita a ver el espectáculo.
¿O acaso alguien nota alguna
diferencia cuando en el gobierno están los azules o están los otros?
Si efectivamente alguien nota
diferencias es que pertenece a ese grupo de deudos, allegados o cercanos, y por
eso habrá estado vociferando para mantener al pueblo enfrentado, porque
mientras la plebe siga recriminándose con aquello de “y tú más”, ellos tendrán
la sopa boba asegurada.
Para los demás, para la gran
mayoría, cambie el gobierno o se mantenga el mismo, seguirá encontrando las
mismas dificultades para llegar a fin de mes y, tristemente, mientras no
despierte, seguirá peleándose por los suyos, sean estos rojos o sean azules.
Sean de derechas o sean de izquierdas.
¡Qué tonterías!
El enemigo no es el de enfrente,
sino el de arriba.
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