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domingo, 17 de marzo de 2013

DOS VARAS DE MEDIR por Salvador Moret


-         ¿Por qué habrás tenido que caer en las redes de esa arpía?
-         Mamá, no exageres. Estoy molesto con algunas cosas suyas, pero tampoco es para que te pongas así.
-         No exagero, sino que según tus comentarios, tu mujer no hace nada en casa, se levanta tarde todos los días, gasta el dinero con tanta facilidad que te asustas, y no sé cuántos lamentos más tengo que oír todos los días.
-         Sí, eso es cierto, pero no todo en ella es malo.
-         Pues, eso que no es tan malo en ella deben de ser secretos que guarda muy bien, porque nadie es capaz de descubrirlos.
-         Recuerda que eras tú quien me decía que no hay nadie solamente malo. Y en cuanto a Juani, es cierto que si quiero desayunar tengo que hacérmelo yo, y cuando estaba en casa, bien lo sabes, cuando me levantaba ya lo tenía preparado en la mesa. Y eso es un gran cambio. Pero lo peor es por la noche, que ya estoy harto de comer siempre pizza; a veces, para no repetir siempre lo mismo frío dos huevos, que dicho sea de paso, no me salen tan bien como a ti. Pero, en cuanto a lo demás, no es tan grave.
-         Pues, no lo veo yo igual, y mi parecer es que has tenido muy mala suerte con esa pérfida. ¡Tanto empeño en casarse, para esto! Y tú, un buenazo como eres, bien que supo engatusarte. Pero, ya te lo advertí, ¿te acuerdas? Esa chica te va a salir rana, ¿no te acuerdas? Si es que yo, con solo una mirada ya sé de qué pie cojea cada una. ¡Pues, no conozco yo el percal! Y claro, por las tardes, en vez de estar en casa y hacerle la cena a su marido, como es su obligación, se va de copas con las amigas, y tal vez también con los amigos. Eres demasiado bueno, y eso hoy en día es un gran defecto.
-         Ves como exageras, mamá. Juani y sus amigas se reúnen en la cafetería y solamente son tres o cuatro amigas, ningún amigo.
-         Eso es lo que te cuenta, claro, y si tú estás contento no vamos a discutir por eso, pero yo en tu lugar andaría con cuidado, porque no se puede ser tan confiado como tú eres.
-         No soy confiado, lo que pasa es que Juani necesita su expansión, su espacio para vivir. No se puede retener a una persona todo el día metida en casa. ¿No lo entiendes, mamá?
-         ¡Ay, qué buenazo estas hecho! Esa mujer te tiene mareado y te ha seducido porque no tienes maldad en tu cuerpo.
-         No soy muy diferente a muchos de mis amigos, mamá. Así que no dramatices.
-         Eres demasiado amable con tu mujer. Mira tu hermana cómo sí ha sabido encontrar el camino adecuado en su matrimonio. Ella no le permite a su marido que le marque pautas; ella exige su libertad de acción, y bien que le ha dicho que si quiere llevar las camisas planchadas, que aprenda a planchar. Y si quiere desayunar en casa que se levante un cuarto de hora antes y se lo haga, y si no quiere comer platos precocinados también puede cocinar él. Y así una condición tras otra, porque si tu hermana no se pone en su sitio, a saber de lo que sería capaz esa mosquita muerta que tiene de marido.

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