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viernes, 30 de diciembre de 2011

LAS RELIGIONES (Salvador Moret)

A finales de la Edad Media, la Reforma tomaba cuerpo, a pesar de la dura Contrarreforma.
Es difícil simplificar hoy dónde radican las diferencias entre la iglesia católica y la iglesia evangélica. A nivel de calle, incluso parece que no las haya. Pero en sus inicios iba en ello la vida.
Todavía no hace tanto, en España eran perseguidos y encarcelados los protestantes. Eso sí, ya no los mataban.
Sin embargo, las diferencias son profundas. La más elemental: que la iglesia evangélica ha propiciado siempre la lectura de las sagradas escrituras mientras que la iglesia católica siempre puso inconvenientes. Comprar la Biblia en España allá por los años cincuenta casi era una odisea. Eso lo asegura Faustino Brend, conocido estudioso del caso.
Si reflexionamos entre lo que significa leer las sagradas escrituras y que te cuenten lo que dicen las sagradas escrituras, aunque parezca lo mismo, la realidad es que media un abismo. Simplemente porque, en general, el ser humano tiende a inculcar según su visión o sus intereses la interpretación de los hechos. A veces rozando el peligro de la manipulación. Es la naturaleza del hombre, que siempre tiende a ser parcial.
En la época de la posguerra los españoles tuvieron conocimiento de la Biblia a través de la historia sagrada. Versión simple de los Evangelios, con retoques a gusto del autor. Probablemente porque muchos eran analfabetos o porque así se les consideraba.
Pero en épocas antiguas, cuando Roma era un estado más en la Europa medieval, escindida de Bizancio y obligada a mantener su hegemonía por medio de las armas, la Biblia llegó a perder su razón de ser y quedó relegada casi al olvido. Los católicos vivían los principios de la Biblia, sí, pero alejadas de su sentido esencial y brutalmente deformados.
Eso fue lo que el fraile católico agustino encontró cuando llegó a Roma. Y eso fue lo que le impulsó a rebelarse contra Roma, exigiendo sencillamente guardar las normas que nos enseñan las sagradas escrituras.
Después surgieron los calvinistas, hugonotes en Francia, los anglicanos… y menudas peleas no se llevaban entre ellos. Y eso que todos rezaban al mismo Dios.
Y al este quedaban los ortodoxos en sus diversas variantes. Con ellos también tuvieron sus más y sus menos, pero hacía tiempo que decidieron repartirse los espacios y vivir de espaldas. Naturalmente para no mirarse a la cara.
Los llamados protestantes no eran mejores, que entre ellos también hubo sus más y sus menos. Ahí tenemos a Zwingli, en Zúrich, defendiendo las teorías de Lutero al tiempo que degollaba católicos y los arrojaba al Limmat, y posteriormente, en discordia con éste, acabó también enfrentado a él. Pero comparado con la iglesia de Roma, los protestantes son unos angelitos. Claro que, no sabemos qué será de ellos cuando lleven dos mil años ejerciendo.
La fe es algo innato en el hombre. Esto, aparte que lo dicen los estudios efectuados al respecto, lo podemos comprobar a nuestro alrededor en esas personas que huyen de la iglesia y raudos se abrazan a cualquier doctrinario que llame a su puerta.
Y muchos hombres se aprovechan de los que en la fe buscan una respuesta.

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