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jueves, 6 de octubre de 2011

LA PIEL DEL OSO (Salvador Moret)

A casi dos meses de las elecciones ya casi nadie duda de la victoria de la derecha. Hasta la misma izquierda lo da por cierto, y en consecuencia, los gurús se aprestan al reparto, cavilando cómo satisfacer a todos los que de pronto se arriman con halagos y peloteos.

Unos ya ven su futuro solventado por unos años y otros sufren porque no lo tienen tan claro. Y ninguno piensa que no hay nada seguro.
Porque, ¿acaso nadie se acuerda de lo seguro que lo tenía la derecha hace ocho años? Estaba cantado; sería un paseo; nadie daba dos perras por ese advenedizo, para la gran mayoría desconocido Zapatero.
Pero hete aquí que sucedió el gran atentado, y lo que estaba tan asegurado dejó de estarlo, así, de repente, de la noche a la mañana.
Y es que los jóvenes ya no escuchan las viejas enseñanzas de los mayores, tal vez porque es más bonito, y también más cómodo, confiar todos los proyectos a un cántaro de leche que bregar duramente hasta el último minuto, porque la leche se puede derramar y ya no hay proyectos.
Para repartirse la piel del oso primero hay que cazarlo y para contar con un puesto en el ministerio primero hay que ganárselo.
Y llegado a este punto, ¿quién nos dice que no vuelva a suceder otro atentado? El último todavía no está aclarado quién o quiénes fueron los autores. Muchos ojos miran hacia ETA y no dudan de que estuvo involucrada en mayor o menor grado, mientras que muy pocos piensan en los árabes; otros acusan a círculos de las fuerzas del orden. En cualquier caso, lo cierto es que los autores preferían a un gobierno de izquierdas antes que a uno de derechas. Y cabe preguntarse: ¿Ha cambiado en algo la situación en los últimos ocho años?
Sí ha cambiado, por supuesto. Hoy el enfrentamiento entre los españoles es mayor y más irritado. Y caso de llegar al gobierno la derecha, uno de los círculos que más tendrían que perder es precisamente ETA, que tras los privilegios alcanzados en los últimos tiempos no es exagerado pensar que estén dispuestos a no dejárselo arrebatar así como así.
Claro que, también hay muchos personajes en las más diversas instituciones que perderían muchos privilegios y que también cabe pensar qué no estarán maquinando para que no se los arrebaten.
Por lo tanto, primero hay que cazar al oso.

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