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miércoles, 4 de mayo de 2011

LA HERENCIA

Estamos cansados de escuchar a voz en grito las injusticias que se cometieron en la época de la dictadura de Franco. En cambio, en tono más templado, los hay que dicen que no todo fue tan malo.

Como casi siempre sucede en estas cosas, se supone que habrá habido de todo. Claro que, como los que hoy están subidos en el machito son los que dicen ser los perseguidos por la dictadura de entonces, se permiten gritar y dar el color que les viene en gana a sus expresiones, sin permitir, al mismo tiempo, que otros lo hagan. ¡Cáchis!

Sin embargo, los que gritan nos traen recuerdos a veces distorsionados, otras veces exagerados, y no pocas veces inversos. Y por supuesto, se callan aquellos sistemas heredados, que entonces estaban muy mal, que eran un abuso propio de la dictadura, pero que hoy son muy válidos para que las cosas sigan rodando perfectamente.

En la herencia hay algunos de aquellos sistemas todavía en práctica, aunque el más sangrante es el que rige en los sindicatos, viva imagen de aquellos sindicatos verticales que se conocieron en la dictadura.

Entonces se mantenían económicamente de las partidas financieras del gobierno, y naturalmente, su misión era defender los derechos del empleado. Siempre, claro está, después de haber tenido en cuenta no perjudicar al estado.

Los políticos, que ya de por sí son poco imaginativos, debieron de pensar cuando llegó el cambio, que no era necesario abolir todos los privilegios, sino simplemente cambiar a los que los recibían. Y así estamos.

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