Buscar este blog

martes, 1 de marzo de 2011

DE EXTREMO A EXTREMO

Sebastián y Maribel habían superado el séptimo año de matrimonio. El año fatídico, el más crítico según algunos para la pareja. Aunque, vaya usted a saber qué hay de cierto en ello después de lo que estamos viendo actualmente.
En cualquier caso, ellos estaban contentos de haber llegado a esa altura sin demasiadas contrariedades. Y hasta se vanagloriaban de lo bien que lo llevaban, lo que no quiere decir que en su convivencia no hubiera días aciagos como en cualquier casa de vecino.
Ni tan siquiera en la educación de Juan Manuel, su hijo, tenían discrepancias, que ya es decir.
Tal vez la causa de esa posición de convivencia era la trayectoria que tenían tras de sí. Por haber crecido en el entorno de una educación antiautoritaria, ellos conocían sus efectos perniciosos y, probablemente por aquello de la conocida ley del péndulo, no estaban dispuestos a que su hijo pasara por las mismas deficiencias.
De tal modo que sus exigencias con el niño eran a los ojos de sus vecinos muy extremadas, excesivas, y hasta desfasadas para los tiempos que corrían.
Y por su proceder con el niño eran criticados en el barrio, actitud que a ellos no parecía afectarles, ni mucho ni poco. Sebastián y Maribel tenían las ideas claras sobre la educación de su hijo y ningún comentario de la vecindad les apartaría de sus ideas, conscientes de que cada casa es un mundo y cada cual podía hacer en la suya lo que más le conviniera, y precisamente por eso ellos regirían la suya a su manera, a pesar de que tener que prestar más atención a su hijo de la que sus vecinos prestaban a los suyos les reducía tiempo libre para sus aficiones.
No obstante, en su intimidad contaban que una educación con cierta autoridad, como la que ellos practicaban, pudiera tener los efectos contrarios a los deseados, y cuando Juan Manuel fuera mayor deseara poner en práctica con sus propios hijos la contraria a la recibida, tal cual les había sucedido a ellos.
Eran conscientes de esa posibilidad y corrían con ese riesgo, que en resumen solo era una probabilidad, con la conciencia tranquila, porque también era posible, y eso era lo que les daba confianza y valor para seguir adelante, que no se equivocaran y el chico lo agradeciera en el futuro.
¿Por qué no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario