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lunes, 7 de febrero de 2011

CONTRADICCIONES

Estamos asistiendo a un fenómeno verdaderamente curioso. El presidente del gobierno, rojillo él como todo el mundo sabe porque así lo ha confesado él mismo, al frente de un enjambre de vividores de profesión, nos están presentando las medidas que se han visto forzados a tomar, opuestas diametralmente a su doctrina, a sus principios y a lo que nos han venido vendiendo en los últimos siete años, como el principal éxito del socialismo.

Desde la escuela de Marx y Engels siempre nos han presentado la doctrina socialista como única garante de los derechos de los trabajadores; defensora a ultranza de los derechos adquiridos por las clases asalariadas, así como pensionistas y demás grupos marginales y olvidados de la diosa fortuna.

Eso es lo que nos han dicho, lo que siguen diciéndonos y lo que, unos más, otros menos, y muchos nada, hemos creído.

Y si me parece curioso, como decía al principio, no es porque estemos viendo poner en práctica lo contrario de su doctrina, dado que desde mi atalaya comprendo que era algo necesario desde hacía más de dos años, sino porque lo presentan como el mayor logro socialista.

¡Hombre, eso es una falacia! No nos tomen por tontos, por favor. Digan que las circunstancias nos obligan a apretarnos el cinturón; que nos estamos quedando pobres; que veníamos viviendo por encima de nuestras posibilidades; que no podemos seguir gastando más de lo que ingresamos. En definitiva, dígannos la verdad y no consideren de antemano que no estemos en condiciones de asumirla, y para enmascararla tergiversen la realidad, y al mismo tiempo, aprovechando que pasaban por allí, quieran inflar el autobombo y la propaganda.

Que tengamos que oír que reducir salarios, congelar pensiones y subir impuestos son principios socialistas es tomarnos el pelo.

Personalmente considero beneficioso la existencia del socialismo. Es la oposición y el freno al abuso y prepotencia de ciertas fuerzas que descontroladas nos llevarían a épocas no deseadas, por fortuna muy lejanas.

Pero estos señoritos de salón que solamente ostentan el nombre de socialistas para gritar en las manifestaciones, mientras el resto del año apenas se ocupan de los necesitados, que viven a cuerpo de rey, y su preocupación principal es cómo amasar bienes, sinceramente es una contradicción tan grande que me repugna.

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