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jueves, 22 de agosto de 2013

LA VENDA EN LOS OJOS por Salvador Moret

Me lo pregunto muchas veces, ¿cuándo le caerá a la gente la venda de los ojos? Esa que impide razonar.
A menudo tengo la impresión de que se dan algunos pasos en esa dirección, pero de pronto observo que mi impresión es solo una quimera. Y es que la cabra acaba tirando al monte.
Los abusos de poder que la prensa denuncia a diario, al parecer no bastan para abrir los ojos a la gente. Tampoco sirven las evidencias de una corrupción galopante que para nuestra desgracia viene de muy antiguo. Y además, cada día nos desayunamos con noticias que alteran el sosiego de las personas, y no obstante, tampoco son motivo suficiente para que la gente despierte de su somnolencia.
Sí, claro, muchos se quejan, se enfadan, hasta despotrican, pero, ¡ah!, solo cuando esas denuncias van dirigidas a los de enfrente. Principio éste que resume la gran cuestión.
Esa es mi frustración. Y esa es también la pregunta del inicio.
Y sigo preguntándome, ¿es que la gente no lo ve, no lo quiere ver, o quizás son otras causas?
Ha quedado demostrado, y constantemente tenemos ejemplos de los abusos que se permiten por las altas esferas, pero como si lloviera. Tengo la impresión de que para mucha gente todavía es válida aquella filosofía de que la doctrina de izquierdas es la solución del pueblo, y a su vez, la filosofía de la derecha es  la explotación del pueblo, al que solo quieren esquilmar. Para otros, la izquierda no aporta progreso y la derecha es la que produce riqueza.
Y no ven que no es así. ¿Porque no quieren verlo o porque el motivo principal es el arrebato? Parece que pasiones ocultas impiden que aflore la razón, y por eso muchos todavía ven a sus personajes con algún defectillo, pero disculpable, y a los otros, a los de enfrente, como malvados y corruptos, dignos del fuego eterno, sin querer admitir que no hay nadie mejor que otro, por no decir que no hay nadie bueno.
O sea, malvados los hay aquí, y también allí. Y corruptos también.
No hay razón objetiva para defender ni a unos ni a otros, pero tal vez por inercia, lo hacemos; o más probable todavía porque las ataduras de las creencias nos hacen ver una realidad distorsionada, algo así como reza ese dicho tan antiguo que viene a decir que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
O tal vez sea aquello de que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Considero una tragedia que veamos a nuestros adversarios como enemigos, cuando el enemigo, que no adversario, es otro. El verdadero enemigo es ese malvado que manipula para que los ciudadanos estemos siempre enfrentados, siempre a la greña, y así beneficiarse de nuestras diferencias. Y mientras no entendamos que somos juguetes en sus manos, seguirán gobernando los corruptos, y así reafirmar que tenemos lo que nos merecemos.
Pero si un día la luz nos ilumina la mente y la inteligencia nos sitúa por encima de nuestras absurdas ataduras, los que viven a costa del sudor de los que producen no tendrán razón de ser y desaparecerán.

Pero, ¿caerá algún día esa venda de los ojos?

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