Me lo pregunto muchas veces,
¿cuándo le caerá a la gente la venda de los ojos? Esa que impide razonar.
A menudo tengo la impresión
de que se dan algunos pasos en esa dirección, pero de pronto observo que mi
impresión es solo una quimera. Y es que la cabra acaba tirando al monte.
Los abusos de poder que la
prensa denuncia a diario, al parecer no bastan para abrir los ojos a la gente.
Tampoco sirven las evidencias de una corrupción galopante que para nuestra
desgracia viene de muy antiguo. Y además, cada día nos desayunamos con noticias
que alteran el sosiego de las personas, y no obstante, tampoco son motivo
suficiente para que la gente despierte de su somnolencia.
Sí, claro, muchos se quejan,
se enfadan, hasta despotrican, pero, ¡ah!, solo cuando esas denuncias van
dirigidas a los de enfrente. Principio éste que resume la gran cuestión.
Esa es mi frustración. Y esa
es también la pregunta del inicio.
Y sigo preguntándome, ¿es
que la gente no lo ve, no lo quiere ver, o quizás son otras causas?
Ha quedado demostrado, y
constantemente tenemos ejemplos de los abusos que se permiten por las altas
esferas, pero como si lloviera. Tengo la impresión de que para mucha gente
todavía es válida aquella filosofía de que la doctrina de izquierdas es la
solución del pueblo, y a su vez, la filosofía de la derecha es la explotación del pueblo, al que solo
quieren esquilmar. Para otros, la izquierda no aporta progreso y la derecha es
la que produce riqueza.
Y no ven que no es así. ¿Porque
no quieren verlo o porque el motivo principal es el arrebato? Parece que pasiones
ocultas impiden que aflore la razón, y por eso muchos todavía ven a sus
personajes con algún defectillo, pero disculpable, y a los otros, a los de
enfrente, como malvados y corruptos, dignos del fuego eterno, sin querer
admitir que no hay nadie mejor que otro, por no decir que no hay nadie bueno.
O sea, malvados los hay aquí,
y también allí. Y corruptos también.
No hay razón objetiva para
defender ni a unos ni a otros, pero tal vez por inercia, lo hacemos; o más
probable todavía porque las ataduras de las creencias nos hacen ver una
realidad distorsionada, algo así como reza ese dicho tan antiguo que viene a
decir que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
O tal vez sea aquello de que
es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Considero una tragedia que veamos
a nuestros adversarios como enemigos, cuando el enemigo, que no adversario, es
otro. El verdadero enemigo es ese malvado que manipula para que los ciudadanos
estemos siempre enfrentados, siempre a la greña, y así beneficiarse de nuestras
diferencias. Y mientras no entendamos que somos juguetes en sus manos, seguirán
gobernando los corruptos, y así reafirmar que tenemos lo que nos merecemos.
Pero si un día la luz nos
ilumina la mente y la inteligencia nos sitúa por encima de nuestras absurdas
ataduras, los que viven a costa del sudor de los que producen no tendrán razón
de ser y desaparecerán.
Pero, ¿caerá algún día esa
venda de los ojos?
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