Buscar este blog

martes, 11 de diciembre de 2012

OLVIDOS por Salvador Moret


No juzgues y no serás juzgado es un consejo que invita a ser prudente en las expresiones y al que, lamentablemente, hacemos poco caso. La misma iglesia lo ha propagado mucho. Por cierto, como otros muchos consejos que por un oído nos entra y por otro nos sale.
No levantar falsos testimonios, se decía también. Qué cosas. Hoy en día si no tienes un chisme que contar de alguien del entorno, es que no eres bien recibido en el grupo. Y hasta te tachan de aburrido; o de no estar al día o cosas de ese estilo.
Y no digamos de no robar. Dios mío, pero si ahora roba hasta quien no tiene ocasión. ¡Ah! Y respetar a los padres; los pobres, con la de injurias con las que se les acribilla a diario. O aquello de no desear la mujer de tu prójimo. ¡Válgame Dios, si es una cuestión que nos desborda! Aunque cabría añadir, ni el marido de tu prójimo.
Todo esto viene a colación de una noticia que aparecía hoy en el periódico. Decía así: “El Vaticano pide que se proteja la libertad de religión”.
Nada en contra, por supuesto. Y además, muy loable esa petición. Lo que viene a corroborar que uno suele pedir ayuda y protección cuando está en desventaja; cuando sus condiciones son desfavorables. Solo entonces. Porque cuando el viento viene a favor, lo más común es olvidarse del necesitado; del pobre que solo alcanza a las migajas, a ese que se le mira con indiferencia o desprecio.
No hace tanto, muchos todavía lo recordarán, la Iglesia disfrutaba en España de influencia abrumadora y de hegemonía envidiable. Por no decir opresora. Y era bien visto y aceptado por todos.
Nadie se oponía. Y nadie reclamaba acceso a otras creencias. Y tampoco la Iglesia ofrecía oportunidad de apertura. ¡Qué digo! La impedía. Tal era así que se desconocía que existieran otras religiones.
Aunque esto no era exactamente así. Es posible que la gran mayoría lo desconociera, pero existían pequeños grupos que sí sabían de otras corrientes del cristianismo, y seguramente también de otras más allá del cristianismo.
Esas minorías, a escondidas practicaban sus ritos religiosos. Hay que ver lo que hace la fe. Porque hay que decir que los participantes eran perseguidos y encarcelados.
Sencillamente, más allá de la Iglesia Católica Romana no se permitía ningún rezo, aun siendo al mismo Dios. Hay que ver lo que hace el ser humano.
Las sotanas estaban en su apogeo. Iban, venían, hacían. Estaban en todas partes, organizando, dirigiendo, ordenando. ¡Qué tiempos aquellos!
Con el viento a favor, ¿quién se acordaba de ayudar a sus hermanos los protestantes?
Y cuando los mencionaban era para resaltar sus maldades, y para rogar a Dios que sobre sus cabezas cayeran los peores castigos.
Los tiempos han cambiado y pocos recuerdan aquellas atrocidades. Fueron actos que mejor no mencionar; echar tierra de por medio; pasar página. Cualquier cosa excepto recordarlo, porque ahora que la Iglesia no disfruta de aquellos privilegios, esos recuerdos podrían traer un sonrojo junto a sus peticiones de protección a la libertad de religión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario