La conversación tenía lugar en la oficina. Eugenio
había visitado al médico y no traía buenas noticias. Sin embargo, a él no
parecía afectarle mucho.
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El médico me ha
recomendado eliminar algunos pecadillos – decía sonriendo este Eugenio – a los
que no pienso renunciar, claro está. A mis cuarenta y dos años quiere este
matasanos que me prive de las pequeñas alegrías que disfruto. Bien entendido, que
mis alegrías no hacen mal a nadie.
-
¿Por ejemplo? –
planteó alguien del grupo.
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De las buenas
comidas; del vino. Ante todo de los dulces. Y encima que salga a correr cada
día como mínimo media hora, con lo poco que me gusta a mí el ejercicio. En
pocas palabras, me pide que lleve una vida de monje.
-
¿Y por qué te
exige el médico una vida austera? – inquirió otro de los presentes.
-
Que tengo
azúcar, me ha dicho. Yo creo que se ha equivocado. ¡Si yo me siento como un
roble! Además, me dice el buen hombre que por mi bien es bueno que siga sus
recomendaciones, y que no me preocupe, que pese a la enfermedad, si hago lo que
él dice podré vivir muchos años, llegar a mayor y seguir disfrutando de buena
calidad de vida. ¿Sabrá lo que está diciendo este hombre? Una vejez con buena
calidad de vida, dice, cuando esa misma calidad de vida de la que habla para la
vejez ya me la quiere despojar en mi juventud. ¿Qué os parece la broma?
Tras la explicación de Eugenio se armó un pequeño
guirigay en la sala. No todos estaban de acuerdo con la posición que tomaba el
diabético, y aplaudían los consejos del médico, y aconsejaban al compañero de
seguir esas recomendaciones por muy rigurosas que le parecieran. Y para
convencerle aportaban ejemplos de familiares y conocidos con esa enfermedad,
que por no escuchar los consejos del médico tuvieron consecuencias calamitosas.
Pero otros lo veían muy diferente y no dudaban en
apoyar la decisión de Eugenio. Defendían que no se puede pedir de una persona
con cuarenta años que no pueda comer y beber lo que le apetezca, porque es una
tortura. Eso, según decían, es un no vivir.
Daniel, queriendo poner paz en el ambiente, tomó la
palabra.
-
Las enfermedades
siempre han angustiado a la Humanidad. No hace tantos años, cuando la seguridad
social estaba en pañales, la gente ahorraba principalmente para en caso de
enfermedad pagar al médico y curarse… siguiendo sus consejos, claro está, si
no, ¿para qué se va al médico?
El volumen del guirigay aumentó. Imposible
entenderse. Daniel había tomado posición y, sin pretenderlo, enfrentado a uno
de los grupos.
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