Buscar este blog

viernes, 7 de diciembre de 2012

ENTENDERSE por Salvador Moret


La conversación tenía lugar en la oficina. Eugenio había visitado al médico y no traía buenas noticias. Sin embargo, a él no parecía afectarle mucho.
-          El médico me ha recomendado eliminar algunos pecadillos – decía sonriendo este Eugenio – a los que no pienso renunciar, claro está. A mis cuarenta y dos años quiere este matasanos que me prive de las pequeñas alegrías que disfruto. Bien entendido, que mis alegrías no hacen mal a nadie.
-          ¿Por ejemplo? – planteó alguien del grupo.
-          De las buenas comidas; del vino. Ante todo de los dulces. Y encima que salga a correr cada día como mínimo media hora, con lo poco que me gusta a mí el ejercicio. En pocas palabras, me pide que lleve una vida de monje.
-          ¿Y por qué te exige el médico una vida austera? – inquirió otro de los presentes.
-          Que tengo azúcar, me ha dicho. Yo creo que se ha equivocado. ¡Si yo me siento como un roble! Además, me dice el buen hombre que por mi bien es bueno que siga sus recomendaciones, y que no me preocupe, que pese a la enfermedad, si hago lo que él dice podré vivir muchos años, llegar a mayor y seguir disfrutando de buena calidad de vida. ¿Sabrá lo que está diciendo este hombre? Una vejez con buena calidad de vida, dice, cuando esa misma calidad de vida de la que habla para la vejez ya me la quiere despojar en mi juventud. ¿Qué os parece la broma?
Tras la explicación de Eugenio se armó un pequeño guirigay en la sala. No todos estaban de acuerdo con la posición que tomaba el diabético, y aplaudían los consejos del médico, y aconsejaban al compañero de seguir esas recomendaciones por muy rigurosas que le parecieran. Y para convencerle aportaban ejemplos de familiares y conocidos con esa enfermedad, que por no escuchar los consejos del médico tuvieron consecuencias calamitosas.
Pero otros lo veían muy diferente y no dudaban en apoyar la decisión de Eugenio. Defendían que no se puede pedir de una persona con cuarenta años que no pueda comer y beber lo que le apetezca, porque es una tortura. Eso, según decían, es un no vivir.
Daniel, queriendo poner paz en el ambiente, tomó la palabra.
-          Las enfermedades siempre han angustiado a la Humanidad. No hace tantos años, cuando la seguridad social estaba en pañales, la gente ahorraba principalmente para en caso de enfermedad pagar al médico y curarse… siguiendo sus consejos, claro está, si no, ¿para qué se va al médico?
El volumen del guirigay aumentó. Imposible entenderse. Daniel había tomado posición y, sin pretenderlo, enfrentado a uno de los grupos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario