Buscar este blog

miércoles, 16 de noviembre de 2011

LOS PRIMEROS SIGNOS (Salvador Moret)

Unos pocos días más y ya terminamos con este calvario. El día veinte. La de cosas que hemos tenido que escuchar en estos últimos cuatro meses.
Promesas que se lleva el viento, nada más.
Los que han gastado a manos llenas lo que no era de ellos hasta el punto de dejar nuestras arcas no solamente vacías, sino con deudas, y gordas, nos prometen ahora que nos traen la solución a todos nuestros males. Que ellos saben cómo hacerlo. Ahora ¡Qué osadía!
Aunque en cuestión de promesas, tampoco los otros se quedan mancos. Esperemos que no nos defrauden también. Al menos éstos, por ahora, tienen más credibilidad que los que nos han arruinado, y vamos a confiar en ese cambio que nos auguran.
Lo veremos en pocos días.
Y es que hartos como estamos de ver cómo un día sí y otro también nos aturden los escándalos de corrupción, esperamos – ¡qué esperamos, exigimos! – que el día veintiuno comencemos a ver las primeras medidas para acabar con esa lacra que nos ha llevado a no creer en los políticos.
Si el nuevo gobierno en las primeras veinticuatro horas no es capaz de transmitir esa sensación de honradez con ejemplos prácticos comenzando por ellos mismos, y no pone orden y cordura en el desmadre al que nos ha llevado el gobierno anterior, no es que estaremos igual, sino que estaremos mucho peor, porque la decepción será grande, la desilusión se hará patente y el desengaño cundirá por doquier.
Todo esto en lo que atañe a la cuestión económica que, no siendo la más importante, es la que más directamente nos afecta y la que más se siente.
Otra cuestión, sin lugar a dudas de mayor calado, son las autonomías. Asunto éste al que hay que poner medidas para que podamos vivir sin excesivos sobresaltos, y una podría ser que España se reconociera un estado federal. Y si a aquellos que nunca se sienten contentos les resulta poco, podríamos llegar a ser un país confederado. Y si aún les resulta poco, se debería buscar la escisión, por mucho que duela a muchos. Pero, ¿por qué no?
Nadie estaría mejor en ese nuevo escenario, pero acabaríamos de una vez por todas a esa escalada de enfrentamientos absurdos a los que estamos abocados actualmente.
El sistema de las autonomías ha quedado demostrado que es un fracaso, en parte porque se dejaron demasiados flecos sueltos, y también porque los políticos se han comportado como mercenarios, cortos de miras y mezquinos. Por lo tanto será necesario buscar una solución a este problema que nos quema las manos.
Aunque, para muchos, el nuevo gobierno tampoco lo afrontará y echará balones fuera diciéndonos esas tonterías que suelen decir cuando les falta el coraje para asumir su responsabilidad.
Es posible que el asunto económico mejore. Eso es lo que confía mucha gente, y ya es para agradecer, pero el cáncer nacional seguirá enquistado.
Ojalá nos sorprenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario