De un tiempo
a esta parte se oye decir que con estas decisiones del gobierno, pronto se
acabará el estado de bienestar que venimos disfrutando.
Algo
asombroso.
En primer
lugar cabe preguntarse: ¿qué es eso del estado de bienestar?
O para ser
más exactos, mejor preguntarse: ¿quiénes disfrutan del estado de bienestar?
Y alambicando
la cuestión también cabría preguntarse: ¿quiénes disfrutaron del estado de
bienestar?
Si, como se
supone, eso del estado de bienestar es vivir con ciertas garantías de libertad,
confort y llevar una vida digna, habrá que reconocer que después de muchos
siglos de correr detrás de esos anhelos, una gran parte de la población, es
decir, una gran parte de la población, no más, ha alcanzado por fin ese estado
tan deseado.
Sin pararnos
a pensar que otra gran parte de la población, ésta muchísimo mayor que la
primera, desconoce los tres pilares que se supone disfrutamos nosotros, y nos
centramos en el entorno de nuestro cercano horizonte, habrá que reconocer que
tampoco aquí, no todos, es decir, no todos, disfrutaron del tan cacareado
estado de bienestar. Siempre hubo excluidos que no lo conocieron. A pesar de la
abundancia que les rodeaba.
Para
conocimiento de los que ahora, con esta crisis que nos agobia, pronostican que
al paso que vamos pronto se acabará lo que tenemos, habrá que recordarles que a
su alrededor hay unos cuantos millones de familias que ya se desconectaron del
bienestar. Sí, entre los que nunca lo alcanzaron y los que han ido
desenganchándose, suman unos cuantos millones de seres humanos que no disfrutan
de ese estado que todavía algunos privilegiados siguen disfrutando.
Son los
avatares de la existencia. Unas veces suerte en la vida, otras veces mala
cabeza, tal vez decisiones tomadas con acierto, otras veces mal aconsejados. El
caso es que hasta en momentos de bonanza, cuando los que ríen y cantan no
tienen tiempo de mirar atrás, y solo lo hacen cuando se les acaba la risa y las
ganas de cantar, tal vez no tienen en cuenta que mientras ellos están perdiendo
importancia en el consorcio social, y de ahí sus lamentos, unos hace tiempo que
ya la perdieron, y otros todavía continúan disfrutando del maravilloso estado
de bienestar, que a su vez éstos tampoco tienen tiempo de mirar atrás, y
además, lo más probable es que todavía divisen un amplio horizonte por delante
lleno de libertades, indultos y mayorazgos.
¡Como para
que les digan a estos afortunados que llevamos mal camino y que el estado de
bienestar se está acabando!
No se les
ocurra mencionárselo, porque se reirían de ustedes.
Tenemos el
ejemplo de los políticos. Ellos disfrutan del estado de bienestar, y siempre lo
disfrutaron. Y a buen seguro que cuentan que siempre lo disfrutarán.
Ellos saben
que hay gente que lo pasa mal, pero lo saben de oídas, porque con los parias no
se rozan. Y en privado todavía es posible que comenten que esos que lo pasan
mal son gente sin agallas, gente que no sabe buscarse el porvenir y por eso no
salen del hoyo.
¿Será cierto
eso de que en la vida cada uno tiene lo que se merece?
Por lo visto,
nosotros sí nos merecemos nuestros políticos.
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