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domingo, 9 de septiembre de 2012

EL ESTADO DE BIENESTAR (Salvador Moret)


De un tiempo a esta parte se oye decir que con estas decisiones del gobierno, pronto se acabará el estado de bienestar que venimos disfrutando.
Algo asombroso.
En primer lugar cabe preguntarse: ¿qué es eso del estado de bienestar?
O para ser más exactos, mejor preguntarse: ¿quiénes disfrutan del estado de bienestar?
Y alambicando la cuestión también cabría preguntarse: ¿quiénes disfrutaron del estado de bienestar?
Si, como se supone, eso del estado de bienestar es vivir con ciertas garantías de libertad, confort y llevar una vida digna, habrá que reconocer que después de muchos siglos de correr detrás de esos anhelos, una gran parte de la población, es decir, una gran parte de la población, no más, ha alcanzado por fin ese estado tan deseado.
Sin pararnos a pensar que otra gran parte de la población, ésta muchísimo mayor que la primera, desconoce los tres pilares que se supone disfrutamos nosotros, y nos centramos en el entorno de nuestro cercano horizonte, habrá que reconocer que tampoco aquí, no todos, es decir, no todos, disfrutaron del tan cacareado estado de bienestar. Siempre hubo excluidos que no lo conocieron. A pesar de la abundancia que les rodeaba.
Para conocimiento de los que ahora, con esta crisis que nos agobia, pronostican que al paso que vamos pronto se acabará lo que tenemos, habrá que recordarles que a su alrededor hay unos cuantos millones de familias que ya se desconectaron del bienestar. Sí, entre los que nunca lo alcanzaron y los que han ido desenganchándose, suman unos cuantos millones de seres humanos que no disfrutan de ese estado que todavía algunos privilegiados siguen disfrutando.
Son los avatares de la existencia. Unas veces suerte en la vida, otras veces mala cabeza, tal vez decisiones tomadas con acierto, otras veces mal aconsejados. El caso es que hasta en momentos de bonanza, cuando los que ríen y cantan no tienen tiempo de mirar atrás, y solo lo hacen cuando se les acaba la risa y las ganas de cantar, tal vez no tienen en cuenta que mientras ellos están perdiendo importancia en el consorcio social, y de ahí sus lamentos, unos hace tiempo que ya la perdieron, y otros todavía continúan disfrutando del maravilloso estado de bienestar, que a su vez éstos tampoco tienen tiempo de mirar atrás, y además, lo más probable es que todavía divisen un amplio horizonte por delante lleno de libertades, indultos y mayorazgos.
¡Como para que les digan a estos afortunados que llevamos mal camino y que el estado de bienestar se está acabando!
No se les ocurra mencionárselo, porque se reirían de ustedes.
Tenemos el ejemplo de los políticos. Ellos disfrutan del estado de bienestar, y siempre lo disfrutaron. Y a buen seguro que cuentan que siempre lo disfrutarán.
Ellos saben que hay gente que lo pasa mal, pero lo saben de oídas, porque con los parias no se rozan. Y en privado todavía es posible que comenten que esos que lo pasan mal son gente sin agallas, gente que no sabe buscarse el porvenir y por eso no salen del hoyo.
¿Será cierto eso de que en la vida cada uno tiene lo que se merece?
Por lo visto, nosotros sí nos merecemos nuestros políticos.

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