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miércoles, 20 de junio de 2012

LA ACTUALIDAD (Salvador Moret)


Hoy mismo leo en la prensa: “Es difícil creer que el gobierno, anclado en su visión medieval de los acontecimientos, pueda avanzar en las reformas emprendidas”.
            Me asombra el anuncio, pero enseguida me adhiero a esta afirmación. Son unas medidas las que ha tomado el gobierno que también yo dudo que vaya a solucionar nada con ellas.
            Pero, ¡oh sorpresa! Sigo leyendo y el título que acabo de leer, cuya máxima ya me había sorprendido, se está refiriendo al gobierno de Marruecos.
            No obstante, no me descabalgo y sigo opinando lo mismo… del nuestro.
            También hoy, al hojear la prensa me ha llamado la atención que la dirección del CF Barcelona necesita vender algunos jugadores para poder comprar otros nuevos y más sugestivos en la actualidad. Y mi estómago me da un vuelco, asustado de la sensación que recibo cuando pienso a dónde hemos llegado con los famosos, que se venden y se compran como vulgares zapatillas fabricadas en China.
            No menos alarmante me parece las dos noticias que aparecen juntitas, una al lado de la otra – reconozco que el periódico no puede dejar espacios libres, hasta ahí llego.
            Pero reflexiono, y se me ocurre que, precisamente para guardar la ética, y cómo no, para no alarmar la sensibilidad del lector, las podían haber puesto en páginas diferentes, porque, vea usted: una dice que el Real Madrid está dispuesto a pagar por uno de esos famosos la descomunal suma de 78 millones. De euros, naturalmente. La otra nos advierte de que ya son más de 2 millones de españoles los que no llegan a fin de mes y que más de la mitad de ellos pasan hambre.
            Ahora mi alma se cae por los suelos.
            Sigo leyendo y unos espacios más abajo observo que las medidas que tomó el gobierno hace cuatro días escasos – y que ponerlas en práctica nos costó un ojo de la cara – a partir de pasado mañana dejarán de tener valor y de nuevo entrará en vigor el sistema anterior.
            Es de temer que el coste de esta nueva medida nos cueste el otro ojo de la cara.
            Mi equilibrio comienza a tambalearse.
            Me repongo, no sin esfuerzo, y sigo leyendo la columna de cada día… que por lo deprimente que me resulta prefiero evitársela a usted.
            La conclusión que extraigo de esta lectura de actualidad es que con los dos ojos estropeados y el bolsillo agujereado ya poco me puede importar que los gobiernos regionales, esos que hace tiempo se subieron a la parra, hagan caso omiso a las leyes nacionales, se monten las suyas propias, favorezcan a los de su cuerda y machaquen a los de la otra, nos insulten, nos saqueen y encima exijan que les aplaudamos.
            Y acepto de buena gana todo lo anterior, pero que no quieran hacerme creer que vivimos en una democracia. Y además, floreciente.

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