Hoy mismo leo en la prensa: “Es difícil creer que el
gobierno, anclado en su visión medieval de los acontecimientos, pueda avanzar
en las reformas emprendidas”.
Me
asombra el anuncio, pero enseguida me adhiero a esta afirmación. Son unas
medidas las que ha tomado el gobierno que también yo dudo que vaya a solucionar
nada con ellas.
Pero,
¡oh sorpresa! Sigo leyendo y el título que acabo de leer, cuya máxima ya me
había sorprendido, se está refiriendo al gobierno de Marruecos.
No
obstante, no me descabalgo y sigo opinando lo mismo… del nuestro.
También
hoy, al hojear la prensa me ha llamado la atención que la dirección del CF
Barcelona necesita vender algunos jugadores para poder comprar otros nuevos y
más sugestivos en la actualidad. Y mi estómago me da un vuelco, asustado de la
sensación que recibo cuando pienso a dónde hemos llegado con los famosos, que
se venden y se compran como vulgares zapatillas fabricadas en China.
No menos
alarmante me parece las dos noticias que aparecen juntitas, una al lado de la
otra – reconozco que el periódico no puede dejar espacios libres, hasta ahí
llego.
Pero
reflexiono, y se me ocurre que, precisamente para guardar la ética, y cómo no,
para no alarmar la sensibilidad del lector, las podían haber puesto en páginas
diferentes, porque, vea usted: una dice que el Real Madrid está dispuesto a
pagar por uno de esos famosos la descomunal suma de 78 millones. De euros,
naturalmente. La otra nos advierte de que ya son más de 2 millones de españoles
los que no llegan a fin de mes y que más de la mitad de ellos pasan hambre.
Ahora mi
alma se cae por los suelos.
Sigo
leyendo y unos espacios más abajo observo que las medidas que tomó el gobierno
hace cuatro días escasos – y que ponerlas en práctica nos costó un ojo de la
cara – a partir de pasado mañana dejarán de tener valor y de nuevo entrará en
vigor el sistema anterior.
Es de
temer que el coste de esta nueva medida nos cueste el otro ojo de la cara.
Mi
equilibrio comienza a tambalearse.
Me
repongo, no sin esfuerzo, y sigo leyendo la columna de cada día… que por lo
deprimente que me resulta prefiero evitársela a usted.
La
conclusión que extraigo de esta lectura de actualidad es que con los dos ojos
estropeados y el bolsillo agujereado ya poco me puede importar que los
gobiernos regionales, esos que hace tiempo se subieron a la parra, hagan caso
omiso a las leyes nacionales, se monten las suyas propias, favorezcan a los de
su cuerda y machaquen a los de la otra, nos insulten, nos saqueen y encima
exijan que les aplaudamos.
Y acepto
de buena gana todo lo anterior, pero que no quieran hacerme creer que vivimos
en una democracia. Y además, floreciente.
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