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domingo, 7 de noviembre de 2010

LA BRECHA

Llevamos ya mucho tiempo viendo cómo se deteriora la relación entre los españoles. Los insultos son cada vez más ofensivos y la brecha más profunda. Lástima. Es ese abismo que va colocando irremisiblemente a cada uno a un lado, alejándolo del vecino, del compañero de trabajo y hasta de algún familiar que otro. Lamentablemente algo que ya hemos visto.
Y todo eso sin que ningún personaje público sea capaz de poner orden ni en su casa.
Y ha llegado a ser tan lamentable nuestra situación que comienzan a aparecer voces que presagian lo peor. En todos los sentidos. Social y económicamente. Unos factores que unidos, nos arrastran, primero a la pobreza y a continuación al enfrentamiento. Porque, a ver quién es el guapo que se atreve a recomendar - y digo recomendar y no exigir - a los caudillos regionales de reducir sus desenfrenos. Exigencias que a veces ofenden a los demás, y despilfarros que avergüenzan.
Y a pesar de que muchos no lo crean, también esta época pasará, por la sencilla razón que de no hay nada eterno y, aunque no sabemos ni cómo ni cuando, lo que sí es cierto es que seremos juzgados por las generaciones venideras.
Es cierto que en primer lugar lo serán los responsables, los figurines que han asumido arrostrar la responsabilidad de dirigir los destinos del pueblo, pero no nos engañemos, también nosotros, los de a pie, y aunque de forma colectiva, recibiremos una calificación que, mucho quisiera equivocarme, no será la mejor. Por torpes y por rencorosos.

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