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martes, 3 de septiembre de 2013

CRITERIOS INTERESADOS por Salvador Moret

Los famosos cuentos que durante muchos años han sido la delicia de los niños y orientación de una moralidad ejemplar, de pronto nuevas formas y nuevos criterios se pronuncian en contra y nos dicen que todo aquello era falso, engañoso y manipulador de masas. Los siete enanitos ni eran trabajadores ni bonachones, sino fornicadores rayando en lo sádico, y Blancanieves, ay, poco menos que una prostituta. Y Caperucita, la pobre, de inocente muchachita como la creíamos, de pronto resulta que era una seductora que con sus zalamerías seducía al lobo. Y del flautista de Hammelin nos dicen…
En fin, todo aquello que nos enseñaron y que años más tarde enseñamos, un engaño. Varias generaciones viviendo en el error. Tantos años transcurridos, y, ¿cómo nadie se dio cuenta del equívoco? ¿Cómo fue eso posible? ¿O tal vez el equívoco es la visión actual?
Probablemente estamos rizando el rizo, como suele decirse, y podría ser que la falta de imaginación y escasa originalidad que nos envuelve y nos incapacita para nuevas ideas, nos remolca a entretenernos en sacar punta a los descubrimientos que otros nos legaron.
Ocurre otro tanto con muchos pasajes de la Historia. Durante muchos años nos han enseñado epopeyas de nuestros antepasados y ahora, para nuestro desengaño, surgen teorías que vienen a deshacer todo el encanto con el que nos habíamos recreado.
Al contrario que en el caso de los cuentos, que solo es ficción, nos enteramos ahora que aquellas heroicidades que creíamos, resulta que escondían aspectos no tan heroicos y a menudo deleznables.
Muy de lamentar eso de que según el gobierno de turno, en base a su forma de pensar, o por sus intereses, o tal vez por motivos varios que quedan lejos de nuestro entendimiento, la Historia nos llega cercenada, para resaltar hasta la exageración una parte, la conveniente, la interesada, que solo transmite media realidad, porque la otra mitad que ocultan no aporta beneficios para sus teorías, o peor, que las pudiere perjudicar, lo que nos lleva al común mortal a transitar por la vida con la mayor ignorancia.
Es cierto también, y así hay que reconocerlo, al contrario que en los cuentos, que en los hechos históricos, en las gestas, no es fácil separar el blanco del negro. Lo repudiable, sin embargo, es ocultar deliberadamente la realidad, no importe los motivos.
Así tenemos, por ejemplo, el descubrimiento de América, que muchos y durante muchos años hemos creído como la grandiosa gesta del estado más poderoso de la Tierra en aquel entonces, que con las mejores y más nobles intenciones quiso enseñar y cristianizar a aquellos pueblos ignorantes, mientras que a esa primera parte, las nuevas teorías añaden el avasallamiento que se exigió a aquellos pueblos, no tan ignorantes, y el expolio al que fueron sometidos.
Otro tanto sucede con la expulsión de los judíos, que durante muchos años, nada menos que quinientos, se nos ha estado diciendo la acertada decisión para bien de España y del cristianismo, y ahora aparecen teorías que, muy al contrario, nos dicen el gran error, cultural y financiero, que se cometió con aquella política equivocada.

Hay muchos episodios en nuestra Historia que tal vez por sí mismos no sean dignos o indignos, sino que son reprobables porque se nos cuentan con criterios interesados.

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